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Tengo un cáncer de próstata.

La vida que conocemos puede cambiar de un momento a otro. Repentinamente, lo que nos parecía importante pierde sentido y los más elemental, se convierte en prioritario, sobrevivir.

Nos dicen la palabra fatal.

Cáncer.

Generalmente lo primero que se piensa es que se acaba la vida, es una sentencia de muerte.

En el caso del cáncer de próstata, el segundo en frecuencia en el varón, aparece generalmente a una edad en la que todavía uno se siente joven, y que empieza a disfrutar de la vida en la madurez, lejos de la inquietud y la ansiedad de la juventud.

Lega como una maza, nos deja paralizados. Algunos incluso tardan en entender lo que les dice el médico. No pueden reaccionar.

– “Pero doctor, debe ser un error, ¡si yo no noto nada! No puede ser…”

Una vez lo aceptamos, lo que lleva un tiempo, debemos decidir que hacemos, ¡¡¡y nos piden que lo decidamos ahora… en la misma consulta!!!

La primera pregunta una vez entendemos lo que nos acaban de decir es “¿me voy a morir de esto?”

Bien, estamos en el camino correcto.

Aquí empiezan las buenas noticias.

El cáncer de próstata, incluso en sus versiones más agresivas, es un tumor de crecimiento lento, y tiene una supervivencia alta.

EL 95% de los cánceres de próstata se diagnostican en un estadio localizado, es decir, sólo se encuentran en la próstata.

De éstos, la mayoría son curables y no van a ocasionarnos la muerte.

Esto viene a decir que, en condiciones normales, si nos diagnostican un cáncer de próstata, lo más probable es que no nos mate.

Esto es sin duda una buena noticia, puestos a tener un cáncer, pero conlleva una consecuencia inmediata, tenemos que elegir el tratamiento que más nos convenga, pues debemos disponernos a vivir muchos años después del mismo.

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